
A resultas de este artículo que informa de una bebida que dice reducir la tasa de alcoholemia, me he animado a escribir sobre una actitud altamente peligrosa que se está extendiendo en nuestros días. Si alguien le parece curiosa la noticia, en este otro artículo explican cómo funciona, pero no es la bebida en sí lo que me interesa, sino lo siguiente.
Si volvemos al primer artículo, nos damos cuenta de el problema moral:
[…] a los responsables de la lucha contra el alcoholismo, les preocupa la llegada de productos como este al mercado, sobre todo entre los jóvenes, pues temen que los incite a beber más antes de conducir. […]
Ahí está el quid de la cuestión. ¿Talamos el árbol de raíz o cortamos las ramas para que no crezca? ¿Prohibimos beber, o paliamos sus efectos? ¿Fomentamos la abstinencia sexual o publicitamos el preservativo y la píldora? ¿Prohibimos el tabaco o hacemos campañas durísimas antitabaco y subimos los impuestos? ¿Legalizamos las drogas o paliamos sus efectos?
Parece que occidente no está por la labor de prohibir. Parece que prohibir está fuera de toda posibilidad en cuanto se trata de libertades individuales. Ni siquiera los argumentos económicos. Eso, aunque nos cueste miles de millones:
Según datos de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, en el año 2008 el importe total de los gastos atribuibles al tabaquismo en España fue de 14.710 millones de euros y los ingresos por impuestos fueron de 9.266 millones de euros. En consecuencia, el estado español perdió 5.444 millones de euros debido al tabaquismo.
Es decir, que de prohibir completamente el tabaco en España, nos ahorraríamos más de 5000 millones de euros. Un tercio del recorte de Zapatero.
Otro ejemplo, las tasas de aborto en España no paran de crecer año tras año, pese -o tal vez, debido a- la gran cantidad de información que se tiene hoy en día.
Pero volvamos al tema que nos ocupa. Occidente lleva tiempo diciendo que la libertad consiste en eliminar -o paliar en la medida de lo posible- toda prohibición. Hay una pintada de la Sorbona que se hizo especialemente famosa en Mayo del 68: «Prohibido prohibir, la libertad comienza con una prohibición». Sin duda ingeniosa, pese a caer en una contradicción evidente.
¿Es realmente libertad no permitir ciertas actitudes autodestructivas o dañinas? ¿Es bueno que se permita al ser humano estas actitudes? ¿Por qué nos empecinamos en fumar, beber, acostarnos sin tener en cuenta las consecuencias, etc.? ¿Por qué esta conducta autodestructiva?
La respuesta habrá que buscarla en la psique de cada individuo. En el sentimiento de que la libertad individual es sagrada, y como dicen en las películas americanas: «Este es un país libre y yo pago mis impuestos». Hay quien tiene la religión, el fútbol, los fines de semana de copas, etc. pero todo el mundo tiene una válvula de escape. El problema es cuando esta válvula de escape es dañina para uno mismo o para los demás.
Sin duda, creo que a las personas habría que enseñarles a disfrutar de las cosas teniendo en cuenta las consecuencias que pueden tener para uno mismo o para los demás. Y si se me pregunta por el tema de la prohibición, creo que no hay una respuesta universal válida.
Lo que sí creo universalmente válido es que habría que dejar de fomentar actitudes de riesgo. O al menos educar a las personas en la responsabilidad, para que aprendan a diferenciar lo que es bueno de lo que no.
Aún así, creo que es un problema social, porque publicitamos A y recomendamos B. No se pude bombardear todos los días a la gente con actitudes promiscuas respecto al sexo y pretender que se comporten «correctamente» en sus relaciones amorosas en lo que a «protección» se refiere. No se puede alabar la «fiesta del fin de semana» y pretender que la gente no beba. No se pude estar promocionando los muchos caballos de un coche y la adrenalina de los juegos de carreras y pretender que la gente no corra. No se puede ensalzar lo «machote» que es uno si domina a una mujer -pornografía, por ejemplo- y luego pretender que terminen los malos tratos machistas. Y así, muchos etc.
Pero la sociedad está recogiendo lo que siembra: abortos, malos tratos, cáncer de pulmón, accidentes de tráfico, etc.
Acaba siendo muy triste ver cómo se trata de cortar las ramas a todos estos «árboles», en vez de talarlos. Pero claro, talarlos significaría acabar con válvulas de escape, y pingües negocios.
Os invito a leer este post sobre el tema, que publiqué hace unos días en mi blog:
http://observadorsubjetivo.blogspot.com/2010/08/prohibido-no-prohibir.html