
«La crisis económica no sería así si no la hubiera precedido una crisis moral.» Así de contundente se mostraba Maria Rosa de la Cierva, secretaria de la Provincia Eclesiástica de Madrid.
Esta señora está muy bien enterada de lo que hace Cáritas en Madrid, y lo que está pasando con algunas personas. Para apoyar su afirmación, nos remitió a la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI.
Pero, ¿a qué se refiere cuando dice que «hay una crisis moral»?
No me animé a escribir de este tema hasta que leí otro de esos episodios esperpénticos que se dan en nuestro país, de esos que hace que te plantees cosas: una universitaria denuncia a sus padres por no pasarle más dinero para vivir. ¿Qué problema hay en que lo gane ella? No lo sabemos. La cuestión es que les denunció, perdió el juicio y recurrió la sentencia, que por supuesto, no le fue favorable. El recurso tampoco lo ha sido.
Pero volvamos a nuestro tema inicial. Hace tiempo que se viene hablando de «los orígenes de la crisis». Hay quien va diciendo por ahí que «ha sido Zapatero», otros que ha sido EEUU, otros que los «codiciosos especuladores», los bancos, etc. Pero ¿qué quiere decirnos esta señora cuando nos habla de la «crisis moral»?
Vamos al folio. Grosso modo, y resumido en un párrafo, se supone que, esta crisis se gesta en los EEUU. Unos malos malísimos especuladores de bancos/prestamistas dan mucho dinero a gente con pocas probabilidades de pagarlo. Estos bancos/prestamistas consiguen «colocar» fondos opacos -la gente no sabe en qué invierte- cuyos intereses son astronómicos por lo que todos los malos malísimos especuladores amigos de los otros especuladores se dedican a compararlos. Y así, se van «contagiando» los demás bancos/prestamistas y todo el sistema financiero hasta que la gente que probablemente no podría pagar, efectivamente no paga, y el castillo de naipes se viene abajo. Con la salvedad de que en España hemos vivido una burbuja inmobiliaria exageradísima.
Esto es lo que nos cuentan. ¿Se han fijado que los malos no tienen nombre y apellidos y curiosamente siempre son gente con dinero? Es más, ¿se han fijado que los malos siempre son «otros» y no «nosotros»?
¿Quiénes son los verdaderos culpables de la crisis? Les propongo un juego. Piensen si conocen a alguien que en los últimos 10 años haya comprado un piso «para invertir». Piensen en si conocen algún joven que se haya dejado los estudios para trabajar en alguna industria que le pagaba «un pastón» pese a su escasa o nula formación. Piensen en cuantas personas «no formadas» han visto con un cochazo nuevo. Piensen en cuantas personas conocen que se hayan comprado televisiones de decenas de pulgadas. Y todo esto, a crédito. A un crédito que podíamos comprar en ese momento boyante que no sabíamos lo que iba a durar. Es cierto que el banco nos lo daba. Mal por su parte. ¿Pero deberíamos haberlo pedido nosotros? Nos decía Manuel Pizarro el otro día en el CEU, entre otras cosas, que a mucha gente le gustaría vivir como antes de la crisis, pero pudiendo.
Piensen ahora, si ustedes mismos -y yo, por supuesto- no entramos dentro de estos ejemplos. ¿Lo ven ahora? Somos los especuladores. Especulábamos con que los pisos subirían, con que el sueldo cada vez sería mayor y el trabajo eterno. Especulábamos con que ataríamos los perros con longanizas eternamente. Somos unos especuladores desalmados.
La culpa, es de todos. De todos nosotros.
Nota: Entiendo que esta señora se refería a crisis moral algo más allá de la economía, sobretodo por el relativismo imperante, sólo hay que leer la noticia o la encíclica para verlo, pero creo que abordarlo excedería la idea de este post.