Pues ya estamos aquí otra vez. Esta vez niña, se llama Alicia y es chiquitita de la casa. Ha sido una gran alegría para todos y ha ido todo estupendamente. Pero la pobre ha provocado otra sesión de «Pablo vs Burocracia»…
Como ya comenté en otro post hace tiempo, hacer el papeleo del nacimiento es poco menos que una tortura. Nada se puede hacer sin el libro de familia, o sea, el Registro Civil. Pero no es que sea fácil que te lo hagan… en fin. No voy a entrar en detalles de qué papeles se hacen en cada sitio, que eso ya está en el post anterior. Voy a contar por qué el sistema de gestión público es una basura.
Lo primero que hice al saber que el parto iba a tener día y hora concreta para el parto el 14 de abril fue pedir cita previa para el Registro Civil, cosa que no fue difícil ya que lo pedí en marzo para acudir el 16 de abril. Si pides cita previa el día que nace tu hijo/a, no conseguirás cita, al menos en Castellón, hasta unos 15 días después. Tampoco puedes dejar de hacerlo, ya que la ley te obliga a inscribir al recién nacido en 8 días. Así que si no tienes mi suerte de saber cuándo va a nacer, simplemente calcula la cita o bien, plántate a las 7 de la mañana en el Registro para ser el primero de la cola. Y no, no puedes irte a otro registro. Tienes que inscribirlo donde ha nacido. Sino, hay más papeleo.
Round One: Registro Civil
Contento de mi suerte como padre por partida cuádruple con cita previa me voy al registro aproximadamente a la hora que me citan. Pregunto en información y me dicen que tengo que sacar número (?) con el localizador que me dieron al pedir la cita previa. Supongo que la cita tiene que valer para algo y que no me tocará esperar mucho.
Durante la espera veo varios carteles donde los funcionarios se quejan de que Gallardón quiere «hacer pagar» por los trámites del registro y que están «de protesta. Lo cierto es que lo que ha comentado el ministro parece más bien agilizar trámites sin coste extra alguno. Bien, no hay nada peor que toparse con un funcionario cabreado. Veremos.
30 minutos después de la hora de la cita me atienden. Para ser el Estado, 30 minutos es muy pronto. Con mi primera hija llegué a las 9, cerraron a las 13 horas y no me atendieron, tuve que volver el día siguiente. Pero esta vez he triunfado. Lo tengo todo por triplicado/cuadriplicado/archiduplicado y no se me va a escapar nada. Feliz como una perdiz le doy toda la documentación a la funcionaria que no para de pedirme cosas. Yo contento y orgulloso se las voy dando todas dejando claro que no soy un novato. Rellena la hoja correspondiente del libro de familia y leo «Romeu y Olmos, Alicia». Ya está. Un sello, una firma, y he triunfado sin despeinarme en la primera batalla. Pero… Algo va mal. La funcionaria da vueltas preguntando. No parece encontrar el sello o…
– Lo siento, pero la oficial ha salido y no hay nadie más para firmar.
– Pues que me lo firme la juez. (ventajas de estar casado con una abogada, sabes que el Registro Civil lo lleva un juez)
– Es que la juez tampoco está.
– ¿Y se puede saber dónde está la oficial?
– Es que está almorzando. Espérate un poco a que vuelva.
«Almorzando»: Esa palabra que junto a «funcionario» significa «espérate sentado». Es un golpe en el hígado. Pues si no está el juez ni la oficial, toda la gente que hay aquí sentada, no puede tramitar nada, ya que se necesita su firma. Confirmado. Me aparto y dejo que la siguiente pareja inscriba a su recién nacido, y llegado el momento de firmar el libro les dice lo mismo. Igual con la tercera madre, la cuarta, etc, etc. Y así nos vamos agolpando en ventanilla personas cuyo trámite no está hecho porque dos funcionarios han decidido irse a almorzar a la vez. Ellos tienen derecho a su almuerzo, pero los que estamos allí también tenemos derecho a que lo hagan de forma lógica, porque tenemos derecho a disponer de nuestro tiempo y no a que sean ellos quienes dispongan de él. Esto con gestión privada no hubiera pasado jamás.
25 minutos después llega la oficial -de la jueza nunca más se supo-, me firma el libro y me lo entrega ella misma. No puedo reprimirme: «Si es así como hacéis vuestro trabajo, no me extraña que Gallardón quiera llevarse el trabajo de aquí» y me voy sin esperar respuesta.
Round Two: Seguridad Social
Con un pequeño moretón pero todavía sin heridas graves decido que es la hora de hacer el trámite de la Seguridad Social. Sí, ese que es necesario para que te paguen la nómina. Si no lo haces, no cobras durante la baja. Por mi experiencia previa sé que se pueden entregar todos los documentos por Internet, pero que los funcionarios igual ni se enteran de que los has entregado y no cobras: la funcionaria la última vez me preguntó cómo había sido capaz de meterme en su sistema y estuve a punto de decirle que «era hacker», pero entonces me hubiera tocado explicarle qué significa ser «hacker» y no tenía ganas. Hice el trámite dos veces: por Internet y por escrito. Así que esta vez decidí que lo haría presencial y santas pascuas. Pero, ¡oh, sorpresa! Existe la cita previa también para la Seguridad Social. Yo eso no lo sabía. Bueno, voy a ver para cuando me dan cita en Castellón… errr:
Primer día disponible: 15 de Mayo.
¡Blam! Derechazo en la quijada. Esta vez ha dolido. Sumando que tienen unos 30 días para contestarte, mi mujer no cobraría hasta mitad de junio… Va a ser que no…. Y de repente, se me enciende una lucecita: Puedes ir al centro de la Seguridad Social que quieras. Así que miro en Villarreal (2 de mayo) y … ¡Bingo! ¡Burriana 22 de abril! ¡Gancho de izquierdas de Pablo!
Feliz como una perdiz me pongo a rellenar el papeleo y me hago una lista con las 9 fotocopias que tengo que hacer y entregar -no es broma- y me lanzo con mi navegador a visitar Burriana City. Avanzo por la calle Valencia cual forajido del Oeste en busca de un duelo. Y a por ellos que voy.
Entro en el CAISS -que así se llaman los centros de la SS- y observo que es la oficina más pequeña que he visto nunca, y que… ¡Está desierta! Bien, punto para Pablo. Así me ahorro la espera y el coger número aunque tenga cita.
Me pogo a hablar con la funcionaria, voy sacando papeles: original y fotocopia, original y fotocopia,… y llegamos al primer envite:
– ¿De dónde has sacado ese informe de maternidad? Es el antiguo y no sirve.
– Me lo ha dado el médico de cabecera. (Pues de donde crees que lo he sacado, cacho… ¡Del papel de water de casa, no te …!)
– Pues no sirve.
¡Ouch! Uppercut dolorosísimo… Sin el informe de maternidad no tengo nada.
– Disculpa pero es lo que me ha dado el médico. Consúltalo por favor.
– Espera.
Me insiste en que no vale. Yo le digo que es el cuarto hijo y que nunca he tenido problemas. Ella en que eso nunca se ha hecho en la SegSocial, yo que mis padres han trabajado los dos 40 años en ella y sé lo que me digo, aparte que mi mujer es abogado. No sé si la cabreo más aún al decirle que no soy un pringado al que puede engañar con tonterías.
Finalmente, una compañera con la que chatea por una especie de messenger le dice que me lo coja y ella accede. Bien, hemos encajado un golpe tremendo, pero estamos de pié. Sigue la retahíla de documentos a presentar y de repente:
– ¿Y el 145?
– No lo he hecho, dice la solicitud que es opcional.
– Pero hay que entregarlo.
– Espera, pero es que pone que es opcional. (¿SABES LO QUE SIGNIFICA OPCIONAL? ¿O sólo te estudiaste el tema de «vuelva usted mañana» y «me voy a por el cafelito» para las oposiciones?)
– Hay que entregarlo igualmente.
Esto es un golpeo mientras me agarra contra las cuerdas y es ilegal, así que solicito la presencia del árbitro. Le pido que lo consulte pese a que ella se niega incluso a leer la parte donde dice que es opcional. Tras decirme varias veces que no finalmente accede por la misma compañera, que parece que se entera mejor. Bien, seguimos en pié.
Tras varios intentos de desestabilización tipo:
– ¿Sólo tienes la fotocopia? Necesito el orig…
– Aquí lo tengo. (MÍRALO, REMÍRALO y REQUETERREMÍRALO SI QUIERES)
consigo mi objetivo, me da el papel que justifica que lo he entregado. ¡Victoria!
Epílogo
Después de esta narración y siendo ingeniero sólo puedo decir que me avergüenza vivir en país tercermundista donde un evento que debería desencadenar un proceso -inscripción del Registro Civil, baja maternal, paterna, inscripción recién nacido como asegurado SS, solicitud tarjeta sanitaria, etc.- no esté 100% automatizado y puedas hacerlo en casa. Es más, no tiene sentido que vayamos papel arriba y papel abajo cuando las administraciones deberían hablarse entre sí. Así se hace mal el trabajo y con unos costes abismales.
Sí, me encanta que el Estado asegure la educación, sanidad, etc. financiada por impuestos, pero la gestión es una verdadera basura. Espero que la privaticen para ayer.
P.D.: Y no, no será de pago ni peor como dicen algunos de la sanidad de Madrid. Curiosamente en Andalucía hace mucho tiempo que la mayoría de hospitales son de gestión privada y no he visto «mareas blancas» contra ellos. Claro, que nunca ha gobernado un partido de derechas que quiera cargarse «lo público». Si lo hace la izquierda, será bueno.
Jajajajaja
Me encantó lo de «es opcional» pero hay que entregarlo…
A mí me tuvieron varios meses (sí, meses) con la validación de mi certificado de casamiento, que es italiano, y sé que no lleva ninguna validación, pero el funcionario no lo sabía, y no estaba dispuesto a consultarlo, así que me pedía el sello de la convención de Viena de no sé cuándo (que igual se había reemplazado por la Apostilla de la Haya, aunque mi certificado no lleva ninguno de los dos).
En el consulado italiano naturalmente no lo sellaban porque no lo lleva, y en el Comune de origen del Certificado me dijeron que la Apostilla sí, porque está vigente, pero la Convención de Viena no, porque ni conocen ese sello, que está derogado. Pero claro, él quería la Convención de Viena.
Al final lo que hice fue callarme la boca, sacar de nuevo turno como si nada, para que me atendiera otro, empezar de nuevo, y bingo, ese mismo día me recibieron mi certificado, que no llevaba ninguna validación extra fuera de los sellos originales, como ya tenía experiencia de haber presentado otras veces…
No me parece bien que les quiten seguridades a los funcionarios, pero a los ineptos habría que poder echarlos, es más: a patadas.
Brutal, demoledor. Si yo tuviese un periódico mañana estaba en la carta del director. Es patético el calvario, la prepotencia y la estupidez del sistema. Gracias Pablo por regalarnos este bello relato pugilístico.