Y es que la historia se repite siempre. Esta vez con los recortes de la educación concertada en Valencia y su mayoría de colegios católicos.

En el siglo II a. de C. un tal Viriato, un lusitano, estaba dando guerra -nunca mejor dicho- a un glorioso imperio llamado Roma en Hispania. Llegado cierto momento, Viriato llegó a obligar a Quinto Fabio Máximo Serviliano a firmar una paz, que no sería respetada por el Senado Romano. A Serviliano le sustituyó su hermano, Quinto Servilio Cepión, que continuó la guerra contra Viriato.
Llegado el momento, Cepión decidió sobornar a tres hombres de Viriato –Audax, Ditalco y Minuros– para que lo mataran. Según relata la historia los tres entraron a matar a Viriato, clavándole un puñal en el cuello, pues siempre dormía con armadura. Al volver al campamento romano a por su recompensa, según la leyenda, Cepión les espetó un «Roma traditoribus non praemiat» o lo que es lo mismo, «Roma no paga a traidores«, matando a los tres asesinos.
La historia se repite
En los últimos años hemos asistido a algo muy similar en los colegios concertados católicos. Cuando en un momento extraño de la historia llegó al poder un señor llamado Zapatero el proceso de ingeniería social se aceleró. A Rodriguez-Zapatero se le ocurrió imponer una moral concreta a los niños españoles llamada «Educación para la ciudadania» independientemente de los padres. Y esto ha llegado hasta nuestros días, donde el Estado obliga a todos a tragar con la ideología de género nos guste o no, como está ocurriendo en Valencia o la reciente ley de transexualidad de Madrid, donde los padres pasan a segundo plano y «Papá Estado» es quien toma las riendas de la situación.
En aquel momento, Cepión-Zapatero se dio cuenta de que los colegios concertados católicos podrían ser un escollo importante para sus planes de ingeniería social, sobretodo cuando pinchó en el hueso con Viriato-Iglesia donde algunos de sus obispos llegaron a decir claramente que cualquiera que impartiera la asignatura de Educación para la ciudadanía «colaboraría con el mal» (Cañizares) o que «Los centros católicos de enseñanza, si admiten en su programación los contenidos previstos en los Reales Decretos, entrarán en contradicción con su carácter propio, informado por la moral católica.»
Visto que la cosa se le podía poner mal, Zapatero decidió que lo mejor era pagar a Audax-FERE y Ditalco-CECA. Así que maniobró para alejar a la FERE de la posición de la Iglesia y lo consiguió: El presidente de la FERE llegó a afirmar que «la objeción de conciencia en los centros católicos carece de sentido«.
La CEE llegó a indicar a la FERE-CECA que «a nadie le está permitido tomar medida alguna conducente a impedir o dificultar a los padres de los alumnos que hagan uso de cualquier medio legítimo a su alcance para defender el derecho que les asiste de ser ellos quienes determinen la educación moral que desean para sus hijos. La Declaración no menciona ni excluye ninguno de dichos medios ni da pie para que nadie pueda sentirse legitimado para excluir alguno de ellos.» Y esto llegó tras la traición de la FERE-CECA, que se atrevió hasta la amenazar a los centros de perder el concierto si consentían la objeción de conciencia.
… Y Roma sigue sin pagar traidores
Y ahora en Valencia han llegado al poder los Marzá-Cepión, y como ya hizo su «alter ego» romano, ha empezado a cerrar unidades de escuelas concertadas, mayoritariamente católicas. Y ahora han empezado a llorar los que antes traicionaron a Viriato: «libertad de educación», «libertad de elección de los padres», etc. Todo aquello que antes no permitieron a los padres y traicionaron cuando se pedía la objeción de conciencia, ahora es valido cuando «Papá Estado» está dispuesto a quitarles el dinero. Cuando Cepión está a punto de matarlos.
De nada sirve ya que lloren los traidores o que saquen gente a la calle para llorar por el cadáver de Viriato: Roma no paga a traidores.
«Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca»
Ap 3, 16
Muchas gracias por la entrada.
Ejercitar la memoria es siempre muy oportuno, nos ayuda a tener una perspectiva de la realidad que nos acerca a la verdad de los hechos y pone a cada uno en su sitio.
Lleva ya tiempo el obispo de mi diócesis intentando cambiar y mejorar la «catolicidad» de la educación en sus centros y me imagino que sabe, es consciente, de que no puede llevarlo a cabo sin hacer una limpieza profunda.
Lo paradójico del caso es que sea Podemos&Co. el que vaya a desarrollar el trabajo sucio.
Ironías veredes